Economía durante el franquismo


LA ECONOMÍA DURANTE EL FRANQUISMO 

El franquismo es un régimen político surgido en España tras la guerra civil de 1936-1939  que se prolongó hasta la muerte del dictador en 1975. 

Con respecto a la evolución económica durante la dictadura se distinguen cuatro fases:

La primera es la de autarquía y aislamiento (1939-1953). Tras la Guerra Civil, España era un país arrasado y el régimen pretendía levantarlo con una política autárquica e intervencionista. Con unas relaciones exteriores inexistentes tras la IIGM, España quedó aislada por su colaboración con el Eje y la naturaleza fascista de su régimen. La situación creada por la autarquía era insostenible: bajos salarios, inflación, corrupción, estraperlo y racionamiento (cartillas de racionamiento). La agricultura, que para entonces era el sector más importante, tenía una producción insuficiente y la  industria estaba estancada pese a crearse el INI (Instituto Nacional de Industria) en 1941. La mayoría de la población estaba descontenta y pasaba hambre. Ante esta situación era necesaria una apertura para combatir el estancamiento económico.

La orden ministerial de mayo de 1939 estableció el racionamiento para los productos alimenticios de primera necesidad ante la difícil situación de una posguerra con gran escasez. Este racionamiento no cubría las necesidades alimenticias básicas por lo que generó años de hambre y de miseria. 


La segunda etapa es el fin del aislamiento (1953-1959). La Guerra Fría permitió al régimen resituarse internacionalmente por su anticomunismo, firmándose con EEUU un Tratado de Ayuda Mutua que traería ayuda económica a cambio de instalar bases militares en España. Con esto, el régimen se recuperó e introdujo cambios, como el fin del racionamiento y la liberalización de los precios y la circulación de los productos alimenticios. No obstante, a pesar de la mejora, a partir de 1956 crecen la inflación, el déficit y las protestas.

La tercera fase es la del Desarrollismo (1959-1973). El gobierno incorporó a tecnócratas del Opus Dei que aprobaron el Plan de Estabilización de 1959. Este plan detuvo la inflación, liberalizó la economía, incentivó las inversiones extranjeras, recortó el gasto público, congeló los salarios... Y los efectos fueron positivos en los años 60: se relanzó la economía y se produjo una rápida y espectacular modernización del país que permitió al régimen consolidarse.

Los ministros tecnócratas establecieron Planes de Desarrollo para fomentar la industria, con ayuda estatal, en zonas atrasadas: los siete Polos de Desarrollo (Burgos, Vigo, La Coruña, Huelva, Sevilla, Valladolid y Zaragoza). Estas medidas acentuaron los desequilibrios regionales: frente al desarrollo de las zonas industriales (Cataluña, País Vasco, Madrid y polos de desarrollo), otros territorios quedaron atrasados (Galicia, Andalucía, Extremadura…).

El régimen usó el plan como propaganda, el “milagro económico español“, ya que España se convirtió en la décima potencia industrial y aumentó enormemente la renta per cápita. 





Fue importante para el cambio la gran emigración, pues hubo un éxodo rural de cuatro millones desde el campo hacia regiones industriales y zonas turísticas de la costa; y dos millones a Europa Occidental (Alemania, Suiza, Francia). Asimismo, la balanza de pagos casi palió su déficit por las divisas enviadas por emigrantes, las inversiones extranjeras y los ingresos por el boom del turismo.


Y la última fase fue la Crisis final (crisis del petróleo 1973-1975). El desarrollo económico se estancó por la crisis general del capitalismo de 1973 por el conflicto árabe-israelí (los árabes usaron el petróleo como arma política). Al morir Franco, continuaba la crisis económica que empezó a atajarse en la Transición.


 


 

 




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